Managua, Nicaragua – En un nuevo capítulo de tensiones diplomáticas en América Latina, el gobierno de Nicaragua expulsó al embajador brasileño Breno de Souza.
La expulsión ocurrió después de que el embajador no asistió al 45 aniversario de la Revolución Sandinista el 19 de julio, a pesar de haber sido invitado por Daniel Ortega.
Según fuentes brasileñas, Breno de Souza no asistió siguiendo instrucciones de evitar actos políticos organizados por el régimen nicaragüense.
En respuesta, el presidente de Brasil, Lula da Silva, reaccionó rápidamente y expulsó a la embajadora nicaragüense, Fulvia Patricia Castro Matu.
El gobierno brasileño consideró la expulsión de su embajador como “injustificada e inaceptable” y expresó su desacuerdo con las acciones de Ortega.
Este intercambio de expulsiones muestra una clara ruptura en las relaciones entre Nicaragua y Brasil, que han estado enfriándose en los últimos años.
El distanciamiento entre Lula y Ortega, quienes antes compartían creencias políticas, comenzó cuando Lula intentó mediar para liberar al obispo Rolando Álvarez.
Álvarez fue condenado a 26 años de cárcel y despojado de su nacionalidad por ser considerado un “traidor a la patria”, lo que aumentó la tensión entre los gobiernos.
En 2023, Brasil ya había protestado en la ONU contra la decisión de Ortega de retirar la nacionalidad a 300 opositores.
Estos eventos, junto con las recientes expulsiones diplomáticas, resaltan el creciente aislamiento de Nicaragua y el quiebre de relaciones con antiguos aliados.
La crisis podría tener consecuencias duraderas, no solo en las relaciones entre ambos países, sino también en la política de América Latina.
Fuente: Diario las Américas